viernes, 15 de agosto de 2008

CRISTIANISMO Y POLÍTICA por BENEDICTO XVI

Más allá de mi extracción evangélica, quiero compartir este artículo del líder de la Iglesia Católica Apostólica Romana, que me pareció muy equilibrado aunque, seguramente, susceptible de críticas y opinable.
El Estado no constituye la totalidad de la existencia humana ni abarca toda la esperanza humana. El hombre y su esperanza van más allá de la realidad del Estado y más allá de la esfera de la acción política. Y esto es válido no sólo para un Estado al que se puede calificar de Babilonia, sino para cualquier tipo de Estado [incluso "cristiano"]. El Estado no es la totalidad. Esto le quita un peso al hombre político y le abre el camino de una política racional. El Estado romano era falso y anticristiano precisamente porque quería ser el totum de las posibilidades y de las esperanzas humanas. Pretendía así lo que no podía realizar, con lo que defraudaba y empobrecía al hombre. Su mentira totalitaria le hacía demoníaco y tiránico. La supresión del totalitarismo estatal ha desmitificado al Estado, liberando la hombre político y a la política.

Pero cuando la fe cristiana, la fe en una esperanza superior del hombre, decae, vuelve a surgir el mito del Estado divino, porque el hombre no puede renunciar a la plenitud de la esperanza. Aunque estas promesas se vayan obteniendo mediante el progreso y reivindiquen exclusivamente para sí el concepto de progreso, son, sin embargo, históricamente consideradas, un retroceso a un estadio anterior a la buena nueva cristiana, una vuelta hacia atrás en el camino de la historia. Y aunque vayan propalando como objetivo propio la liberación total del hombre, la eliminación de cualquier dominio sobre el hombre, entran realmente en contradicción con la verdad del hombre y con su libertad, porque reducen el hombre a lo que él puede hacer por sí solo. Semejante política, que convierte al Reino de Dios en un producto de la política y somete la fe a la primacía universal de la política, es, por su propia naturaleza, una política de la esclavitud; es política mitológica.

La fe opone a esta política la mirada y la medida de la razón cristiana, que reconoce lo que el hombre es realmente capaz de crear como orden de libertad y, de este modo, encontrar un criterio de discreción, consciente de que su expectativa superior está en manos de Dios. El rechazo de la esperanza que radica en la fe es, al mismo tiempo, un rechazo del sentido de la medida en la razón política. La renuncia a las esperanzas míticas es propia de una sociedad no tiránica, y no es resignación, sino lealtad, que mantiene al hombre en la esperanza. La esperanza mítica del paraíso inmanente y autárquico sólo puede conducir al hombre a la frustración; frustración ante el fracaso de sus promesas y ante el gran vacío que le acecha; una frustración angustiosa, hija de su propia fuerza y crueldad.


El primer servicio que presta la fe a la política es, pues liberar al hombre de la irracionalidad de los mitos políticos, que constituyen el verdadero peligro de nuestro tiempo. Ser sobrios y realizar lo que es posible en vez de exigir con ardor lo imposible ha sido siempre cosa difícil; la voz de la razón nunca suena tan fuerte como el grito irracional. El grito que reclama grandes hazañas tiene la vibración del moralismo; limitarse a lo posible parece, en cambio, una renuncia a la pasión moral, tiene el aspecto del pragmatismo de los mezquinos. Sin embargo, la moral política consiste en resistir la seducción de la grandilocuencia con la que se juega con la humanidad, el hombre y sus posibilidades. No es moral el moralismo de la aventura que pretende realizar por sí mismo lo que es Dios. En cambio, sí es moral la lealtad que acepta las dimensiones del hombre y lleva a cabo, dentro de esta medida, las obras del hombre. No es en la ausencia de toda conciliación, sino en la misma conciliación donde está la moral de la
actividad política.


A pesar de que los cristianos era perseguidos por el Estado romano, su posición ante el Estado no era radicalmente negativa. Reconocieron al Estado en cuanto Estado, tratando de construirlo como Estado según sus posibilidades, sin intentar destruirlo. Precisamente porque sabían que estaban en "Babilonia", les servían las orientaciones que el profeta Jeremías había dado a los judíos deportados a Babilonia. La carta del profeta transcrita en el cap. 29 del libro de Jeremías no es ciertamente una instrucción para la resistencia política, para la destrucción del Estado esclavista, ni se presta a tal interpretación. Por el contrario, es una exhortación a conservar y a reforzar lo bueno. Se trata, pues, de una instrucción para la supervivencia y, al mismo tiempo, para la preparación de un porvenir nuevo y mejor. En este sentido, esta moral del exilio contiene también elementos de un ethos político positivo. Jeremías no incita a los judíos a la resistencia ni a la insurrección, sino que les dice: "Edificad casas y habitadlas. Plantad huertos y comed de sus frutos... Procurar la paz de la ciudad adonde os trasladé; y rogad por ella al Señor, porque en la paz de ella tendréis vosotros paz" (Jr. 29, 5-7).


Muy semejante es la exhortación que se lee en la carta de Pablo a Timoteo, fechada tradicionalmente en tiempos de Nerón: "(Rogad) por todos los hombres, por los emperadores y por todos los que están en el poder, a fin de que tengamos una vida quieta y tranquila en toda piedad y honestidad". (1 Tm 2,2). En la misma línea se desarrolla la carta de Pedro con la siguiente exhortación: "Vuestro comportamiento entre los paganos sea irreprensible, a fin de que, por lo mismo que os censuran como malhechores, reflexionando sobre las obras buenas que observan en vosotros, glorifiquen a Dios en el día del juicio". (1 P 2,12). "Honrad a todos, amad a vuestros hermanos, temed a Dios, honrad al rey" (1 P 2,17). "Ninguno de vosotros tenga que sufrir como homicida, o ladrón, o malhechor, o delator. Pero si uno sufre como cristiano, que no se avergüence; que glorifique más bien a Dios por este nombre". (1 P 4,15 a)


¿Qué quiere decir todo esto? Los cristianos no eran ciertamente gente sometida angustiosamente a la autoridad, gente que no supiese de la existencia del derecho a resistir y del deber de hacerlo en conciencia. Precisamente esta última verdad indica que reconocieron los límites del Estado y que no se doblegaron en lo que no les era lícito doblegarse, porque iba contra la voluntad de Dios. Por eso precisamente resulta tanto más importante el que no intentaran destruir, sino que contribuyeran a regir este Estado. La antimoral era combatida con la moral, y el mal con la decidida adhesión al bien, y no de otra manera. La moral, el cumplimiento del bien, es verdadera oposición, y sólo el bien puede preparar el impulso hacia lo mejor. No existen dos tipos de moral política: una moral de la oposición y una moral del poder. Sólo existe una moral: la moral como tal, la moral de los mandamientos de Dios, que no se pueden dejar en la cuneta ni siquiera temporalmente, a fin de acelerar un cambio de situación. Sólo se puede construir construyendo, no destruyendo. Esta es la ética política de la Biblia, desde Jeremías hasta Pedro y Pablo.


El cristianismo es siempre un sustentador del Estado en el sentido de que él realiza lo positivo, el bien, que sostiene en comunión los Estados. No teme que de este modo vaya a contribuir al poder de los malvados, sino que está convencido de que siempre y únicamente el reforzamiento del bien puede abatir al mal y reducir el poder del mal y de los malvados. Quien incluya en sus programas la muerte de inocentes o la destrucción de la propiedad ajena no podrá nunca justificarse con la fe. Explícitamente es lo contrario a la sentencia de Pedro: "Pero jamás alguno de vosotros padezca por homicida o ladrón" (1 P 4,15); son palabras que valen también ahora contra este tipo de resistencia. La verdadera resistencia cristiana que pide Pedro sólo tiene lugar cuando el Estado exige la negación de Dios y de sus mandamientos, cuando exige el mal, en cuyo caso el bien es siempre un mandamiento. De todo esto se sigue una última consecuencia. La fe cristiana ha destruido el mito del Estado divinizado, el mito del Estado paraíso y de la sociedad sin dominación ni poder. En su lugar ha implantado el realismo de la razón. Ello no significa, sin embargo, que la fe haya traído un realismo carente de valores: el de la estadística y la pura física social. El verdadero realismo del hombre se encuentra el humanismo, y en el humanismo se encuentra Dios.


En la verdadera razón humana se halla la moral, que se alimenta de los mandamientos de Dios. Esta moral no es un asunto privado; tiene valor y resonancia pública. No puede existir una buena política sin el bien que se concreta en el ser y el actuar. Lo que la Iglesia perseguida prescribió a los cristianos como núcleo central de su ethos político debe constituir también la esencia de una actividad política cristiana: sólo donde el bien se realiza y se reconoce como bien puede prosperar igualmente una buena convivencia entre los hombres. El gozne sobre el que gira una acción política responsable debe ser el hacer valer en la vida pública el plano moral, el plano de los mandamientos de Dios.


Si hacemos así, entonces también podremos, tras el paso de los tiempos de angustia, comprender, como dirigidas a nosotros personalmente, estas palabras del Evangelio: "No se turbe vuestro corazón" (Jn. 14,1). "Porque por el poder de Dios estáis custodiados mediante la fe para vuestra salvación...".

Fuente: Revista Católica Internacional Communio, 2ª. Época, Año 17, julio-agosto de 1995

sábado, 2 de agosto de 2008

REPORTAJE AL LICENCIADO CLAUDIO CRUCES


Fiel al estilo de este blog, donde se respeta la libertad de prensa, he decidido publicar esta nota en forma completa más allá de términos aparentemente "duros" y algunas afirmaciones que a muchos nos pueden parecer polémicas. Pero en definitiva, son un disparador para un debate profundo al que no debemos temer, sino enriquecer, con nuestras visiones.


Claudio Cruces es teólogo, miembro de la Iglesia Menonita de Boulogne.En estos momentos preside la Asociación Civil para el Hombre Nuevo, un ministerio que tiene una historia de trabajo interesante con los indios guarany y mbya, con comedores infantiles y centros de atención a la infancia en San Fernando, Chacabuco, Misiones. Con trabajos de educación popular en la villa 31, la Carcova de J L Suarez. Tienen una secretaría de discapacidad donde asesoran sobre pases, certificados y derechos, y una de inmigrantes con quienes enviaron ayuda a Perú cuando tuvieron la catástrofe del terremoto.Durante 7 años publicó un diario cristiano con visión integral que se llamó "De Pura Gracia". Dicho periódico llegaba a Uruguay, Brasil (MST) España, (Barrio el Cristo de Valencia, una comunidad que militó contra Franco) y a la Habana, Cuba.Fue co fundador del Movimiento de Trabajadores "contracultura", con quienes grabó el compacto "acuerdo con cuerdas" de Javier Peñoñori con la venta del cual se apoyó apertura de comedores, al programa Mate Amargo y una Biblioteca Popular del MTD de Flores.Publicó el libro "Insurreccion y resurrección" del teólogo y filósofo Rubén Dri, profesor de la UBA, su libro "Del Cristianismo coptado al Evangelio de nuestro Señor Jesucristo" y está preparando la publicación de su segundo libro "Pastoral detrás del velo".Fue profesor de Antiguo Testamento y Teologías Latinoamericanas y hoy integra el grupo coordinador de la Fraternidad Teológica Latinoamericana en Buenos Aires. Aquí, el ciber-reportaje:


Hugo Turrini-1)Según tu interpretación del Evangelio, cuáles son las principales funciones de la Iglesia en esta tierra?
Claudio Cruces-Por supuesto que predicar el evangelio, la buena noticia del Reino de Dios. Pero hay que comprender que ese evangelio es "integral", o sea que no está descarnado de lo cotidiano. El hambre, la injusticia, la falta de trabajo, la desnutrición, la sexualidad, etc. no son cosas que no le interesen al evangelio, o cosas que los evangélicos debamos usar para "atraer a la gente", sino que son el eje central de la misión de Cristo.
HT-2)Crees que la Iglesia ha cumplido acabadamente esas metas? Qué le falta?
CC-Es difícil de contestar. Habría que ver de que momento histórico hablamos. Si hablamos de la iglesia primitiva diría que sí. (esa iglesia que muchos esconden porque negaba la propiedad privada poniendo todo en común). Si vemos a la iglesia de hoy tendríamos que ver país y denominación. Creo que hay iglesias que están trabajando muy bien. Hay denominaciones que trabajan con pastoral de inmigrantes; pastoral hacia las personas con discapacidad, de género, etc. También es cierto que hay denominaciones donde el cristianismo encuentra su propia antítesis. Iglesias totalmente apartadas de la realidad, que predican que desligarse de esa realidad es algo a lo que ellos llaman "santidad". Sólo les interesa que "teóricamente" la gente acepte a Cristo pero no que ande en sus pisadas. No doy nombres para no ser odioso, pero fijate como hay predicadores que juntan multitudes, salvan muchas almas (sólo almas) y después apoyan las masacres paranoicas de Bush.
HT-3)Qué influencia tendríamos que tener los cristianos para conseguir una sociedad más justa?
CC-Tal vez no deberíamos tener influencia. En eso se equivocaron algunos movimientos revolucionarios que querían tomar el poder. La verdad es que el poder, al menos como lo conocemos en este sistema, es del enemigo. Creo que no hay que arrebatárselo. Creo que lo que los cristianos debemos hacer es construir nuevas formas de relaciones humanas basadas en el amor y no en el autoritarismo verticalista que vino construyendo hasta ahora la derecha.
No "tomar" un poder corrupto, sino construir desde las bases del pueblo y del evangelio un nuevo modelo donde, como dice Pablo "no haya judío ni griego, varón ni mujer, etc"
HT-4)Cuál crees que debe ser el compromiso de los cristianos con la "cosa pública"?
CC-Creo que tiene que haber un compromiso con lo público y con lo popular, eso va a definir la elección de los cristianos. La Biblia es popular, Cristo, en su discurso inaugural dijo "bienaventurado el pueblo (los pobres, los desposeídos, los que tienen hambre)". Todo el mensaje del evangelio está organizado desde el pueblo. Hay partidos políticos, y sabemos quienes son, que todo lo popular les da asco. Si ven a un negrito de pelo largo seguro que es ladrón y drogadicto. Los villeros son vagos, etc. O como dijo Cavallo en este país sobra gente… Claro, y la gente que sobra no es ni Macri ni Fortabat. Son los pobres. ¿Hay un discurso más anti evangelio que el discurso de la derecha fascista? Sin embargo muchos evangélicos lo apoyan.
HT-)Qué pensamientos teológicos te interesan especialmente y por qué?
CC-En estos momentos mi vista está puesta en el estudio de la discapacidad. Muchas iglesias no tienen acceso para los discapacitados. Tienen grandes escaleras y no hay rampas. No tienen acceso ni lugar para las personas con discapacidad. Lamentablemente, es un hecho que a las iglesias no le ha interesado el tema. El discapacitado para algunas teologías (la teología de "sanidad" por ejemplo) no ha sido más que un objeto. Es hora de que el discapacitado, como todos los demás sea sujeto teológico.
Me gusta mucho leer el génesis: lo que llamamos "el prólogo primitivo" (los primeros 11 capítulos, "la prehistoria"), allí hay mucha teología para profundizar: la imagen de Dios, el hombre como astilla de tierra volviendo a ser polvo. La teología de género tan mal tratada de un lado y del otro. Tengo un artículo escrito sobre Babilonia y el pensamiento único imperialista. (http://www.elhombrenuevo.galeon.com/cvitae1867341.html)
En la actualidad estoy escribiendo sobre el jubileo y el evangelio de Lucas. Cómo el mensaje de Nuestro Señor se relaciona con el jubileo. Que papel desempeña la propiedad privada, hasta que punto es privada y hasta cual es un bien social. Etc.
Es verdaderamente cautivante
HT-6)Un pastor debe participar en política? De qué forma?
CC-Un pastor es un miembro de iglesia con función pastoral. Hoy en día, en muchas iglesias, los pastores tienen cada vez más poder. Ellos deciden por la congregación; resuelven a quién le dan su bendición, quien es el tesorero, a quienes le dan cargos; ellos deciden sin consultar a quién poner en disciplina, etc. Esa forma de gobierno no es inocente, es la imitación de un modelo de autoridad totalmente anti evangélico. Si esos pastores participan en política seguramente estarían reproduciendo el sistema y no es el objetivo de la iglesia.
Pero participar del evangelio es militar en política. Eso hay que entenderlo de una vez por todas. Como bien decimos que no existen los ateos, tampoco existen los apolíticos. Cada paso que damos es político y el evangelio nos introduce en la problemática humana de forma que no podemos esquivar el bulto y hacernos los distraídos.
Sólo hay que mirar en que canasta ponemos los huevos. Estoy seguro de que hay movimientos en los que los cristianos no pueden participar. No se puede apoyar dictaduras (se hizo pero no se puede). Hay políticos que no les interesan los pobres, tema central en toda la Biblia. Hay que ver para que lado apuntan sus políticas. Qué es el ALCA, a quien favorece, cuanta gente se beneficia con las retenciones, a cuantas se le mete la mano en el bolsillo y por qué, etc.
Creo que fue en tu Blog que leí a alguien de ACIERA diciendo que antes los cristianos no participaban en política y hoy se dieron cuenta que sí deben hacerlo. Es cierto, estoy plenamente de acuerdo, pero hay que evitar el divorcio entre evangelio y política. He visto hermanos que piensan que el evangelio da respuesta espiritual y la política es "algo aparte", algo en lo que debemos participar pero que está divorciado del evangelio, son dos cosas diferentes.
Por eso hay tanta fragmentación, porque ingresan en cualquier partido político sin preguntarse qué relación tiene este con el evangelio.
Realmente, ya lo dijimos, un cristiano no podría apoyar una dictadura. Fijate que hay un político al que todos conocemos por hincha de Boca que cuando empezó la dictadura en 1976 contaba con siete empresas, finalizada la dictadura, ya tenía 46. ¿Cómo puede apoyar un cristiano semejante inmoralidad?
O, por ejemplo, cuando un partido político pretende privatizar la salud pública dejando sin sistema de salud a miles de pobres, tenemos que razonar si ese proyecto es o no evangélico. De hecho no lo es.
Arancelar la universidad sólo hará que los hijos de los ricos puedan estudiar y progresar y los hijos de los pobres no tengan las mismas oportunidades. ¿Será una posición evangélica? ¿Porqué apoyamos a esos partidos entonces?
Una vez le pregunté a un pastor que pensaba hacer si ganaba su candidatura a diputado y me dijo que pensaba orar en el congreso. Para orar quedate en la iglesia. Para militar en política hay que saber que se hace en concreto.


Cristianos en Política agradece la disposición del licenciado Claudio Cruces.