martes, 14 de julio de 2009

EL CRISTIANO Y LA POLÍTICA


Aristóteles definía al hombre como un "animal político" para señalar que una de las
características esenciales de la condición humana es que el hombre no puede concebirse
aislado, sino insertado en un organismo social.

Edificad casas, y habitadlas y plantad huertos,
y comed del fruto de ellos.
Casaos, y engendrad hijos e hijas; dad mujeres a vuestros hijos, y dad maridos a vuestras
hijas, para que tengan hijos e hijas; y multiplicaos ahí, y no os disminuyáis. Y procurad la paz
de la ciudad a la cual os hice transportar, y rogad por ella a Jehová; porque en su paz tendréis
vosotros paz. Jeremías 29: 5-7

Aristóteles definía al hombre como un "animal político" para señalar que una de las
características esenciales de la condición humana es que el hombre no puede concebirse
aislado, sino insertado en un organismo social. Ampliaba así el horizonte de la sentencia de
Dios en el Edén cuando afirmó: "No es bueno que el hombre esté solo". La idea del hombre
aislado, alejado de toda relación social es impensable. La palabra "política", que muchas veces
nos causa escozor, recelo y hasta alarma, tiene que ver con esa asociación de los hombres,
pero su significado en el lenguaje común es impreciso y tiene muchas acepciones.
Habitualmente, en sentido amplio, implica una referencia al conjunto de actividades humanas
de carácter colectivo, tendientes a la obtención de los fines de la comunidad.
Pero en un sentido más restringido usamos el término política para referirnos a la autoridad y el
poder que maneja el estado. Toda sociedad se compone de un conjunto de grupos menores,
con dispares intereses que se articulan y regulan unos a otros, por lo tanto el poder político es
una exigencia ineludible, nacida de la necesidad de producir la armonía de la sociedad. Los
cristianos como individuos y la iglesia como tal, forman parte de la comunidad humana. Es
bueno recordarlo porque en la práctica se han confundido los términos y muchas veces,
queriendo "no ser del mundo" en concordancia con la afirmación del Señor, se ha manifestado
una peligrosa tendencia a la marginalidad, porque hemos creído que "mundo" es sinónimo de
"sociedad". Muchas veces en el Nuevo Testamento se le da a la palabra "mundo" un valor
ético.
La conducta humana no está en armonía con el orden establecido por el Creador, ha sido
afectada por el pecado, y el mal avanza contra los propósitos y las leyes divinas en todas las
esferas. No obstante el mal no actúa desordenadamente, responde a la mente organizativa de
Satanás, que coordina armónicamente el mal sobre la tierra. A esa armónica organización del
mal se la denomina "mundo " en sentido teológico y con esta acepción se usa más de 180
veces en el Nuevo Testamento, siempre advirtiendo a los cristianos a no caer en sus redes,
rechazarlo y combatirlo. En este sentido nos advierte Juan en su primera carta: "No ameis al
mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él".
Sin embargo los cristianos están en
el mundo, es decir, en el orden social, y aquí la palabra toma otra connotación: Se refiere la
comunidad humana, a los hombres viviendo en sociedad. En este sentido es que el Señor
Jesucristo dice: "Porque de tal manera amó Dios al mundo que ha dado a su Hijo…". A ese mundo somos enviados para proclamar las virtudes de Jesucristo y el Evangelio, y para hacerlo tenemos que integrarnos a esa comunidad, ser parte de ella. Siempre tendremos que luchar con la "tentación de la burbuja" aquella que atacó a Pedro en el monte de la transfiguración cuando alejado de las tensiones de la sociedad, de las preguntas capciosas de los fariseos, de los ataques irónicos de los saduceos y de las presiones de la chusma, vislumbraron el
resplandor de la Gloria de Dios.
El Apóstol dijo: "Maestro, bueno es para nosotros que estemos aquí; y hagamos tres
enramadas, una para ti, una para Moisés, y una para Elías".
No tengo problemas en coincidír
con el Apóstol: Aquel era el mejor lugar y era preferible estar allí. Pero el evangelista añade: "...
no sabiendo lo que decía". Subrayando que la elección era equivocada, que la misión estaba
en el contacto con la sociedad donde tendría que ejercer influencia, predicar el mensaje
salvador y llamar a los hombres al arrepentimiento. La iglesia primitiva no tuvo una actitud de
marginalidad, no sucumbió a la "tentación de la burbuja", sino que, por el contrarío, el centro de
reunión era el pórtico de Salomón en el Templo de Jerusalén. Así lo declara Lucas en los
Hechos de los Apóstoles: "Y perseverando unánimes cada día en el templo […] Pedro y Juan
subían juntos al templo a la hora novena, la de la oración". Cuando comenzó la persecución
judía persistieron en ser una presencia viva en la sociedad: "Y por la mano de los apóstoles se
hacían muchas señales y prodigios en el pueblo; y estaban todos unánimes en el pórtico de
Salomón".
Estaban no sólo en la capital de su nación, sino en el nudo neurálgico religioso, en el mismo
centro social y gubernativo de la nación. Allí convergían todas las corrientes de la sociedad y la
iglesia podía interactuar con su sociedad. Sin embargo a comienzos del siglo III con los monjes
del desierto y al finalizar el siglo con el monaquismo lauda y cenobítico la tentación de la
burbuja crece dentro de la iglesia, divorcia a los cristianos de la sociedad. Son los cristianos "y"
la sociedad, cuando debían ser los cristianos "en" la sociedad. Cuando, superando la tentación
de la burbuja, comenzamos a correr el riesgo del contacto con la comunidad, comenzamos a
hacer política en el sentido amplio del término, porque todos los que vivimos en comunidad
hacemos política y la acción de la iglesia es una acción política.
Cuando predicamos el evangelio condenamos públicamente el pecado en todas sus formas, lo
que significa que emitimos un juicio sobre la sociedad en la que estamos. Luego llamamos a
los hombres al arrepentímiento, a que cambien su forma de pensar para que así cambie su
manera de vivir. La obra transformadora del Espíritu Santo en aquellos que reciben a Cristo
influye directamente en la sociedad en la que vive. Por lo tanto la predicación como tal, en el
sentido amplio, forma parte de un accionar político. Coincidamos con Jorge García Venturini
cuando dice: "La política no tiene como fin, según la opinión de tantos, la conquista y la
conservación del poder, sino el servicio de la dignidad humana o, si se gusta, del bien común
de los integrantes de la sociedad. Así evaluada, la política resulta una rama de la ética (detalle
bastante olvidado) una aplicación del decálogo moral que debe regir la vida de los hombres. De
tal modo, la politica se convierte en actividad trascendente, poniéndose al servicio del ser
humano, de cada uno, y no de las instancias mitológicas que llevan al hombre a su perdición,
considerando a la persona como fin y no como medio.
La política deviene ética, y aún metafisíca y teología, porque en definitiva no hace sino servir a
Dios en sus criaturas." Por este motivo es que la iglesia tiene la obligación de hacer oír su voz
sobre los problemas espirituales y éticos que afectan a la sociedad. Pablo habla de "la iglesia
del Dios viviente, columna y baluarte de la verdad." Para ser dignos de tan alto ministerio
tenemos que concebir a la fe cristiana como una cosmovisión que la sociedad debe conocer.
Analicemos algunas realidades que tenemos al alcance de la mano: Nuestra sociedad se
debate en medio de una crisis moral; personas que se proclaman cristianas y juran fidelidad
sobre los Santos Evangelios roban, mienten y se corrompen escandalosamente .
En un mundo donde Dios ha provisto el potencial de subsistencia para todos y donde hay un
superávit de alimentos, tenemos gravísimos problemas de hambre, desnutrición y muerte
mientras que otros viven en la opulencia. Estamos viendo cómo se destruye la creación de
Dios y se producen innecesarios desequilibrios ecológicos por el mal uso de la tecnología.
Asistimos a la justificación y promoción de conductas inmorales como la homosexualidad y el
travestismo en los medios de difusión. Los medios de difusión masiva se convierten en cloacas
que descargan toda su infección en el mismo seno del hogar, pervirtiendo desde las
costumbres hasta el vocabulario.
Diariamente tenemos pruebas de la perversión de la justicia, la institucionalización del soborno
y el desmoronamiento de las instituciones. Aproximadamente 450.000 seres humanos son
abortados en Argentina cada año, mientras instituciones hipócritas hacen manifestaciones
únicamente por la caza indiscriminada de ballenas o la extinción del tatú carreta. Miles de
personas hoy están sufriendo por la impunidad que ha protegido a terroristas y genocidas por
igual, pervirtiendo la justicia en nombre del derecho, y podríamos seguir. Como cristianos y
como iglesia de Jesucristo ¿no tenemos nada que decir frente a esto? ¿No hay ninguna
advertencia, amonestación o juicio de Dios que proclamar? Como Iglesia tenemos que tomar
conciencia de que estarnos viviendo tiempos donde es necesario elevar una voz profética
sobre esta realidad.
Así como en los momentos de crisis Dios levantaba en Israel a los profetas para que
transmitieran el mensaje de advertencia, llamado al arrepentimiento y juicio, la iglesia tiene que
levantar su voz haciendo oír lo que dice la Palabra de Dios sobre estas realidades. El Señor
Jesucristo tuvo palabras de amor y misericordia para todos los hombres, recibió y perdonó por
igual a Zaqueo que a Bartimeo, no hacía discriminación de ningún tipo y a todos convocaba al
arrepentimiento. Pero tuvo palabras condenatorias para la sociedad de su tiempo. Condenó la
incredulidad de Tiro, Sidón, Bet-saida, Capernaúm, Corazín, Jerusalén y no fue obsecuente
con el poder político, utilizó el calificativo de "zorra" para referirse al rey Herodes y condenó por
igual a fariseos, saduceos, escribas y sacerdotes.
Esto no significa que la iglesia deba enrolarse en la contienda partidista. Dentro del cuerpo de
Cristo conviven personas con diferente forma de pensar en cuanto a las cuestiones políticas, y
la iglesia debe seguir siendo plural. Tenemos en común la salvación en Cristo Jesús, pero esto
no significa que nuestras opiniones tengan que ser unánimes, y es peligrosísimo que los
pastores quieran imponer sus criterios personales a la congregación abusando de su autoridad,
por lo tanto la iglesia de Jesucristo y la predicación pastoral debe apuntar a aquellas cosas que
constituyen atropellos a las leyes morales y espirituales, manteniendo el debido respeto por las
autoridades, pero absteniéndose de todo compromiso partidista que afectaría la unidad en la
diversidad de todo el Cuerpo de Cristo. La iglesia debe seguir siendo "columna y baluarte de la
verdad". Creo, personalmente, que la iglesia del Señor debe actuar como la voz de la
conciencia del cuerpo social advirtiendo, corrigiendo y amonestando.
Esto no tiene que significar que pretendemos instaurar el Reino de Dios sobre la tierra, sino
que asumimos nuestra tarea de ser la voz de los que no la tienen, de ser de ayuda a los
marginados, los olvidados y los desprotegidos y de ayudar en toda causa noble que beneficie a
la comunidad. En el aspecto práctico tal vez sea conveniente que la palabra salga de las
instituciones aglutinantes representativas a fin de evitar la diversificación, y se canalice a través
de hombres con la debida preparación bíblica, pero también intelectual para poder fundamentar
y defender convenientemente las verdades eternas.
Hans Kung señala los males de cada una de las tres grandes ramas de quienes profesan ser
cristianos diciendo: "Ciertamente, las distintas iglesias no han terminado con algunos de sus
problemas intra-eclesiales; así por ejemplo, la superación del absolutismo romano en la Iglesia
catófica, el tradicionalismo bizantino en la ortodoxa griega y de las manifestaciones de
disolución en el protestantismo". Sin embargo es conveniente tener en cuenta que quienes
hacen planteos éticos deben estar fuera de toda sospecha. Toda sombra de corrupción que
empañe a la iglesia -y lamentablemente esto no es excepción- debe ser erradicada.
Recordemos que la Escritura advierte, "Porque es tiempo de que el juicio comience por la casa
de Dios; y si primero comienza por nosotros..." "Tus testimonios son muy firmes; la santidad
conviene a tu casa., oh Jehová, por los siglos y para siempre".
No será extraño que muchos con inquietudes políticas quieran embarcar a la Iglesia del Señor
en una aventura conjunta en vista del caudal electoral que pueda representar, y esto merece
una reflexión aparte. Nadie tiene derecho a frustrar la vocación política de un hermano que
sienta que puede servir al Señor en este aspecto, pero debe tener en cuenta que su
participación es personal y representará únicamente a sus electores y no a la Iglesia del Señor.
En este sentido se han cometido muchos errores en América Latina, la mayoría de ellos por
ingenuidad. El mundo político es complejo y tiene sus propias reglas de juego, la mayoría de
ellas oscuras y contrarías a la ética cristiana.
En la política no existen amigos, sino aliados. Y no aliados permanentes sino circunstanciales.
Contando su experiencia el Dr. Carlos García García del Perú, que fue candidato en las
elecciones de 1990 junto al Ingeniero Alberto Fujimori, dice: "... varios evangélicos fueron
elegidos: catorce diputados, cuatro senadores y este servidor como segundo vicepresidente de
la República. Lamentablemente antes de la segunda vuelta electoral el Ing. Alberto Fujimori
comenzó un proceso de marginación de los evangélicos... En este proceso de marginación, yo
mismo fui víctima al no concederme ninguna posición oficial en el gobierno".
A través de las palabras del muy honesto hermano García se evidencia que los complejos
manejos políticos hacen necesaria una sagacidad muy especial para no ser usado, "porque los
hijos de este siglo son más sagaces en el trato con sus semejantes que los hijos de luz".
Quisiera señalar dos actitudes, encontradas con la ética, que suelen ser muy comunes: 1. La
de quienes quieren acceder a la política para sacar beneficio para los hermanos o la iglesia.
Sobre este particular he visto volantes de publicidad dirigido a los creyentes, donde se les
prometía terrenos gratuitos para iglesias y créditos preferenciales para los cristianos. Esto es
una abierta inmoralidad. 2. La actitud de quienes creen que pueden acceder a la política con el
único capital de su honestidad.
Manejar la cosa pública necesita también eficiencia. Hay personas que son honestas, pero
incapaces para la tarea. Promocionarse únicamente por la honestidad es abrir el camino para
defraudar al votante. Señalemos además que la experiencia de políticos cristianos en América
Latina no ha sido feliz. Samuel Escobar haciendo un balance muy agudo, dice: "Hasta hace
poco tiempo los evangélicos se preciaban de ofrecer una alternativa religiosa y moral a
nuestros pueblos, pero la mala incursión de los evangélicos en la política en países como
Guatemala, Brasil o Perú, ha mostrado que desde el punto de vista de la ética los evangélicos
no son necesariamente mejores que los católicos".
Quienes bajen al terreno político en América Latina, donde los pueblos carecen de una
acendrada vocación democrática y son proclives al paternalismo, y quieran con sinceridad ser
fieles al Señor tendrán que enfrentar grandes presiones y resolver constantemente problemas
éticos. Termino recordando el caso de una diputada colombiana, muy capaz y fiel al Señor, que
fue duramente hostigada por los diarios por no adherir a las sanciones sobre el Presidente
Samper, acusado de financiar sus campañas con dinero del narcotráfico. Esto le trajo
problemas incluso con la iglesia. Conversando con ella me confesó: "No puedo unirme a esa
sanción. Desde hace veinte años todos los políticos que llegaron al poder recibieron aportes
del narcotráfico.
Es una hipocresía sancionar solamente a uno, el único que cuando estuvo en el poder fustigó
al narcotráfico... Pero como siempre en estos casos, no existen pruebas. Tengo que aguantar
el aguacero en silencio". No pude menos que admirar la actitud de esa mujer que resistía por
una convicción ética. Lo que demuestra que, sí bien hay ejemplos lamentables, también hay
honrosas excepciones que deben ser tenidas en cuenta: Creo por lo expuesto que nuestro
accionar tendría que ir por dos carriles diferentes." Uno es el de la iglesia del Señor, con un
ministerio profético para proclamar la verdad de Dios y fundamentado en las Sagradas
Escrituras, evitando todo color partidario; y el otro es el de los hermanos que sienten vocación
política y la llevan adelante a título personal, sin comprometer a todo el Cuerpo de Cristo en su
acción. Tenemos por delante tiempos muy difíciles y conflictivos.
El mundo occidental se ha ido desprendiendo lentamente de todas sus raíces éticas basadas
en la tradición judeo-cristiana para lanzarse al vacío, Estamos viendo el final de un experimento
único en la historia de la humanidad: Una civilización que quiere edificarse ignorando los
valores absolutos. Es previsible que todo esto lleva hacia el abismo del fin. Como Iglesia del
Señor recordemos las palabras que Dios hace llegar a su pueblo por intermedio de Ezequiel en
una situación extrema: "El pueblo de la tierra usaba de opresión y cometía robo, al afligido y
menesteroso hacía violencia, y al extranjero oprimía sin derecho.
Y busqué entre ellos hombre que hiciese vallado y que se pusiese en la brecha delante de mí,
a favor de la tierra, para que yo no la destruyese; y no lo hallé". Necesitamos colocarnos en la
brecha que se ha abierto entre nuestra sociedad y Dios, una brecha difícil y peligrosa. Una
brecha en la cual se intercede ante Dios y se denuncia en el mundo. Una brecha en la que
sufrieron muchos hombres del pasado en similares circunstancias. Pero nuestra
responsabilidad es colocarnos en ella y asumir el protagonismo que Dios quiere de nosotros
como Iglesia. Será una lucha dura pero necesaria, a la que pondrá fin el Señor en su anhelada
venida.


Salvador Dellutri

(predicador, conferencista, periodista, escritor)

3 comentarios:

La Gran Elección dijo...

Muy bueno su blog.

Lo invitamos a visitar nuestra página.

www.lagraneleccion.com.ar

Atentamente.

LGE

Mariano L. dijo...

Muchas gracias por éste post.
He disfrutado de cada una de sus palabras porque es muy esclarecedor, especialmente en el ámbito cristiano donde por tanto tiempo lo polítco y lo público se consideraba un asunto más del enemigo que nuestro.
Nosotros desde Iniciativa Integridad tenemos un grupo de oración semanal por los cristianos en política y repartimos éste artículo (mediante el link a tu blog) que fue muy enriquecedor.

Betsa dijo...

EXCELENTEEEEE!!
FELICTACIONES POR EL ARTÍCULO
DESDE CHILEE!